Redes reales

(Cami y Magui, son capas. Gracias).

Ayer una amiga subió una reflexión hermosa a sus mejores amigxs de Instagram. Unas horas después, cuando vio que a muchxs de lxs que estábamos ahí nos había encantado, nos preguntó si nos parecía buena idea subirlo a su historia normal; la que ven todxs lxs que la siguen. Le contesté lo que yo pensaba por privado, y, un poco como ella, unas horas después me di cuenta de que tal vez es algo que más gente necesita escuchar. Así que acá se los dejo:

Las redes sociales son complicadas. La palabra red (o cadena, como se les dice en otros idiomas) en sí misma tiene connotaciones ambiguas: por un lado algo que nos ayuda a conectarnos, y por otro algo que nos mantiene presxs, enredadxs, sin poder salir. En estos días de cuarentena necesitamos mucho de lo primero, pero lamentablemente muchas veces terminamos cayendo en lo segundo. El que no haya perdido cantidades abismales de tiempo en las últimas semanas bajando y bajando en su muro de Twitter o Instagram que tire la primera piedra. A mí me pasa y mucho, y lo detesto. Pero a su vez me resulta imposible alejarme, porque mi teléfono y estas redes son la única manera que tengo hoy de estar cerca de mis amigxs, de reírme con ellxs y ayudarlxs cuando a algunx le agarra el bajón de la cuarentena.

Por eso me duele un poco, también, que las redes se hayan convertido en un espacio del que cada vez somos menos dueñxs. En vez de hacer de nuestros perfiles un espacio auténtico de expresión propia, en vez de usarlos para llegar a lo que nos gusta y compartir lo que hacemos con nuestra comunidad, nos escondemos detrás de cosas que no tienen sustancia ni personalidad. Se supone que las redes democratizan la posibilidad de publicar, y le dan a cualquiera, sin importar sus credenciales o recursos, la posibilidad de mostrar lo que hace. Y sin embargo nosotrxs nos censuramos a nosotrxs mismxs, dejando de subir cosas que nos parecen lindas por miedo a lo que el resto pueda decir, o compartiéndolas solo con un grupo selecto y arbitrario de amigxs porque sabemos que no nos van a juzgar. Al final, en vez de tener perfiles que le muestren al resto quienes somos, la gran mayoría de los muros se ven iguales, y ninguno dice nada.

Pero por suerte, estoy empezando a ver cómo la cuarentena da vuelta un poco todo eso. No sé si es que la gente está en su casa y no tiene tanta variedad o recursos para mantener sus perfiles limpios y prolijos, o que estamos todxs más aburridxs, o necesitadxs de un abrazo, o que al estar, por una vez, tan solxs, nos damos cuenta de las ganas que tenemos de ver personas reales. Y el panorama empieza a cambiar, solo un poco. Aparecen fotos con menos filtros, en fondos más hogareños, con ropa de entrecasa. Una amiga subió un video a sus historias (a las de verdad) contando una reflexión hermosa que tuvo, para que la vean no solo sus mejores amigxs sino cualquiera que la necesite. Más amigxs comparten dibujos, escritos, covers de canciones, incluso recetas de cocina; las mejores consecuencias de su aburrimiento. Otrxs contestan preguntas que les hacen sus seguidores o comparten recursos que lxs ayudan a divertirse o sentirse mejor durante la cuarentena. Y cada vez más, toda esa gente que extraño se materializa en esos muros, no de la misma manera que en la vida real, claro, pero muchísimo más cerca que antes. Usando las redes activa y conscientemente para conectarse, y no simplemente siendo presxs del algoritmo y las tendencias.

Lo que había hecho mi amiga era hermoso, y le dije que lo suba. Le dije que su idea estaba buenísima y que a mucha gente le podía alegrar el día incluso si no tenía tanta confianza con ella como para estar en sus mejores. Y le dije que si las redes sociales no están para estar más cerca de la gente y para hacerlas propias, ¿para qué están? ¿Por qué tendrías un rincón del mundo que es tuyo, y que supuestamente muestra un poquito de quien sos al resto, si las mejores partes de vos igual te las guardás porque te dan vergüenza, porque son distintas a lo que publica el resto? ¿No debería ser ese el punto?

Me encanta el Instagram de ahora. Yo quiero que siga siendo así. Es mucho más divertido si todo es más distinto. Me encanta subir las cosas que subo, dejar de sobrepensar cada mínima cosa, y simplemente compartir lo que yo creo que a otrxs les puede hacer bien. Y más aún me gusta ver las cosas geniales que hacen mis amigxs, y también mis no tan amigxs a lxs que les escribo para decirles “che, no te conozco tanto, pero esto que estás cantando, dibujando, escribiendo, esto que dijiste, me voló la cabeza.” Me da ganas de conocerte más cuando todo esto termine.

Me gusta que la pandemia nos esté haciendo un poquito más reales y más dueñxs de estas herramientas. Me gusta ver que nos sentimos valientes y nos animamos a compartir un pedazo de lo que somos con el mundo, confiando en nosotrxs mismxs y en lo que nos llena, sin importar la mirada ajena. Y me gusta también vernos disfrutar de lo que comparten lxs otrxs, sin juzgar ni hablar mal, animándonos a escribirle a alguien con quien no tenemos mucha confianza para decirle que lo que subió nos hizo bien, nos hizo reír, nos alegró un momento triste o nos dejó pensando. Ojalá esas ganas de mostrarnos como somos y de decir cosas lindas ante la autenticidad de otrx nos persigan hasta después de la cuarentena, y que se vuelva un poquito más normal esto de ser rarx. Porque no hay nada más lindo que expresarse y poder ser testigo de las hermosas y únicas expresiones de la gente que nos rodea. No hay nada más lindo que ver que en este encierro, por lo menos de esta forma, nos sentimos más libres.

Advertisement

Leave a Reply

Fill in your details below or click an icon to log in:

WordPress.com Logo

You are commenting using your WordPress.com account. Log Out /  Change )

Facebook photo

You are commenting using your Facebook account. Log Out /  Change )

Connecting to %s